5 jun 2010

Irá al cielo

A estas alturas me sorprende cuánto les sigue gustando a las familias oprimir a algunos de sus miembros. La opresión suele generarse desde las partes más altas de la pirámide generacional y, en el mismo sentido, suele fijarse sobre la base de la misma (ojo, aunque no siempre). Esta opresión se ejerce habitualmente por casi cualquier cosa: política, religión, o incluso estética, alimentación o decoración; esto depende de la familia en cuestión.

No tengo todavía demasiado claro cuáles son las aptitudes que deben poseer aquéllos que se alzan en defensa de la verdad, pero ellos deben entenderse porque en seguida se ponen de acuerdo. No sé, con lo difícil que me parece a mí decidir si quiero o no casarme, qué claro tienen mis tías lo que hay que hacer en los casos de largo noviazgo y edad comprometida.

Tengo unos amigos que incluso han llegado a ser objetivo de la opresión familiar a causa de unas cortinas 'no adecuadas' en su salón. Mi madre fue oprimida por algunos miembros de la familia por considerla poco opresiva conmigo. Yo misma: cuando nació mi hijo, mi suegra se empeñó en que había que bautizarlo. Yo, que no soy supersticiosa, le expliqué que no comparto esas costumbres, pero insistió.

- Señora, ¿no tuvo usted cuatro hijas y cuatro hijos?
- Sí, claro.
- ¿Y no están los ocho convenientemente bautizados?
- Sí, sí, claro.
- Pues éste, que es mi niño, no se bautiza. Y no se preocupe usted, que irá al cielo, ¿no sabe que el papa ya ha quitado el limbo?
(limbo: hasta 2007 lugar adonde, según la doctrina tradicional cristiana, van las almas de quienes, antes del uso de la razón, mueren sin el bautismo)

No se quedó contenta pero al menos, conforme. Ahí Benedicto me echó un cable (ahora van directamente al cielo).

Pero os digo una cosa: peor que ésos del grupo opresor, es el oprimido que le parece que hay que serlo y no se rebela. Ése que con 34 no es capaz de decirle a su madre que sale con la hija de la hortera de Maricarmen, vive una absurda mentira y defiende su postura como necesaria, buscando (¡¡encima!!) la aprobación de la ignorada hija de Maricarmen… ¡Ah! ¡Son ellos, sí, ellos, los que perpetúan generación tras generación el poder de los opresores de opinar sobre lo que no se les pregunta!

Y por todo esto, aprovecho y desde aquí solicito: que cada uno viva como quiera, pero que no dé el rollazo, por favor. Y para que así conste, firmo a 4 de junio de 2010.

18 may 2010

Viviendo deprisa

Cuando salgo por la mañana de casa, ya llego tarde al trabajo; cuando salgo a media mañana a una reunión, tengo que ir corriendo para que me dé tiempo a volver a la oficina antes de que llegue el proveedor al que cité; a medio día, aprovecho la hora de comer para comprar el regalo del cumple de Óscar y por la tarde, apenas llego con el tiempo justo de pasarme a recoger los cuadernos que dejé reservados en la papelería, antes de que terminen de bajar la persiana… Vuelvo a casa y pongo corriendo la lavadora para que me dé tiempo a tender antes de acostarme. Llamo a mi madre y le cuelgo en seguida para poder también llamar a Nico, que le han operado de apendicitis. Ya no me da tiempo a ver empezar la serie de los jueves, así que escucho lo que queda de capítulo mientras preparo la cena.

- ¡Ah! ¿Ya son las 12.20? ¡Corre, vámonos a la cama que mañana antes de ir al trabajo tengo que pasar por el banco!

¿En qué consiste todo esto? La vida parece una carrera continua por ver quién llega el primero ¿a dónde? Lo peor es que así gestionamos no sólo las obligaciones básicas de supervivencia y/o legales y/o laborales, sino que este estrés ha invadido también con compromisos nuestro tiempo libre. Ahora en primavera, la moda es levantarse temprano para ir a las primeras comuniones, o acostarse muy tarde por estar en la Feria.

Como mi amiga Tati, la noche que cantaba en sueños Viviendo deprisa, yo ya voy con la lengua fuera…