18 may 2010

Viviendo deprisa

Cuando salgo por la mañana de casa, ya llego tarde al trabajo; cuando salgo a media mañana a una reunión, tengo que ir corriendo para que me dé tiempo a volver a la oficina antes de que llegue el proveedor al que cité; a medio día, aprovecho la hora de comer para comprar el regalo del cumple de Óscar y por la tarde, apenas llego con el tiempo justo de pasarme a recoger los cuadernos que dejé reservados en la papelería, antes de que terminen de bajar la persiana… Vuelvo a casa y pongo corriendo la lavadora para que me dé tiempo a tender antes de acostarme. Llamo a mi madre y le cuelgo en seguida para poder también llamar a Nico, que le han operado de apendicitis. Ya no me da tiempo a ver empezar la serie de los jueves, así que escucho lo que queda de capítulo mientras preparo la cena.

- ¡Ah! ¿Ya son las 12.20? ¡Corre, vámonos a la cama que mañana antes de ir al trabajo tengo que pasar por el banco!

¿En qué consiste todo esto? La vida parece una carrera continua por ver quién llega el primero ¿a dónde? Lo peor es que así gestionamos no sólo las obligaciones básicas de supervivencia y/o legales y/o laborales, sino que este estrés ha invadido también con compromisos nuestro tiempo libre. Ahora en primavera, la moda es levantarse temprano para ir a las primeras comuniones, o acostarse muy tarde por estar en la Feria.

Como mi amiga Tati, la noche que cantaba en sueños Viviendo deprisa, yo ya voy con la lengua fuera…