29 abr 2011

La boda del siglo

Bueno, bueno, bueno, qué emoción me invade. Yo no me podría haber imaginado nunca siendo testigo televisivo de la boda del Príncipe William y Kate Middleton. ¡La boda del siglo! De verdad, qué cosa más romántica, qué bonito cuando se han dicho lo de 'en la riqueza y en la pobreza, en la...' Ay...

Llamadme aventurada, ya, lo sé, quizás me adelanto, pero sospecho que la parte de 'en la pobreza' no la van a tener que experimentar. Claro, que así es mucho más bonito, pero qué guapa iba ella, con esa tiara y esa sonrisa perfecta ¿Y los niños? ¡Ayyyyyy, que me los comooooo! Ay... a mí también me gustaría tener una boda como la de ellos, pero es que yo no puedo. Es que... Me cachis...

Qué suerte tienen algunos de haber nacido tan guapos, tan inteligentes, con la sangre tan azul y tantos privilegios. Ellos, tan especiales por haber nacido en una familia tocada por el mismísimo Dios (el de verdad, el que designa monarcas, no de los otros). Ellos, cabeza del Estado con todo el derecho de serlo, solo por tener unos apellidos. Yo, hoy, me hubira conformado con haber estado en Londres, como esos miles de personas que han podido acercarse y tener el consuelo de verlos pasar o, al menos, adquirir una de esas coronas de cartón, del tipo de las que dan en Burger King, por solo 4 libras...

¡Pero qué vestido! ¿Os habéis fijado en los encajes de las mangas? Cosa buena, buena, bonita. Yo me he fijado cuando ya iban ellos casados, saludando. Tenemos que agradecer al gobierno británico, a las instituciones, a la policía y un largo etcétera (no puedo seguir, que son muchos) que se hayan volcado con este tema, con la boda de los príncipes digo, porque ellos se lo merecen y nosotros también. Cómo se ha paralizado todo el centro de Londres un viernes por la mañana para poder disfrutar de la boda del siglo, con ese paseo por las avenidas de la capital, mano alzada y de un lado a otro despacito, para no cansarse. Qué bonito. Lo que no sé yo es por qué se tarda tanto en organizar otras cosas, o por qué no hay recursos (¿o voluntad?) para sacar adelante otros proyectos, pero vamos, que me voy del tema, que yo ahora estoy hablando de la boda del siglo, que es lo importante.

Lo mejor de todo ha sido el desfile de elegancia, clase y estilo del que hemos podido disfrutar. Ellas, con esos tocados, esas pamelas, esos zapatos, esas joyas, madre mía... Ellos, con esas medallas, esas bandas, esos uniformes... Si es que eso es así. Es así. Si es que son gente de bien, si es que se les ve hasta en los andares que ellos merecen más derechos que el resto. Si es que, perdonadme que me ponga pesada, pero no cualquiera menea la manita como lo hacen las princesas europeas, os lo juro, yo lo intento y no me sale igual.

Menos mal que seguimos saliendo a la calle a aplaudirles para hacerles saber que les queremos, y seguimos sacándoles reportajes para poder estar al tanto de sus vidas, que tan interesantes son. Porque me daría mucha pena, de verdad, mucha pena, que algún día las cosas cambiasen y nos quedáramos sin bodas de cuentos entre príncipes y princesas. Yo no quiero mentar ruina; y es que sería demasiado estrecho pensar que algún día la gente obtuviera su puesto de trabajo solo en función de sus méritos ¡Qué triste sería la vida sin ver las fotos de cómo pasan sus vacaciones los reyes, emires, príncipes, infantas, zares y emperadores en playas de ensueño!

Yo no sé muy bien ni por qué reinan los reyes, ni por qué se pasan el cargo de padres a hijos. Mis padres intentaron dejarle la portería a mi hermano, pero el presidente de la comunidad dijo que eso ya no era posible... mmm... no sé. Pero no voy a perder el tiempo rumiando cosas que ya no tienen arreglo ¡Con la buena mañana que he pasado yo criticando a Camilla en el Facebook!