20 ene 2009

Teoría de la responsabilidad

Hay quien cree que tu vida está escrita en algún lado y que te sucederán ciertas cosas inevitablemente. Dicen que tu media naranja vive en algún lugar del mundo y que estás predestinado a ser ladrón o policía.

Esta teoría se parece mucho a la de algunos católicos, que piensan que si un hijo se muere enganchado a la heroína es porque dios lo tenía así decidido para ellos. O que rezando lo suficiente uno puede encontrar trabajo.

A mí estas creencias ‘seudo-mágicas’ me parecen bastante cómodas. De hecho a mí, que soy una mijita vaga, me encantaría tener mucha fe en algo así: algo que estuviera por encima de mí y de mis decisiones y que en última instancia fuera responsable de lo que me ocurre. Así de sencillo.

Yo creo en algo bastante menos romántico y bastante más jodido. Yo creo en las personas; eso es duro y extraño. Estas cosas que a mí se me ocurren son rarísimas y muy poco comunes. Lo habitual en la sociedad en la con-vivo y co-habito con otro seres como yo, es creer que uno no tiene culpa de nada.

Yo creo que hay algo superior a mí misma, esto es lo que formamos yo y todos los demás. Por lo tanto yo misma soy responsable de lo que me ocurre y en una determinada medida, de lo que ocurre a mi alrededor.

Nací con una circunstancia. Unos parámetros concretos que encauzaron los primeros años de mi vida y que hicieron que tuviera más oportunidades de formación que otras personas, que tuviera más probabilidad de sufrir un cáncer o de ser una chica tradicional. Pero yo decidí cómo vivir mi vida a pesar de todo eso. Si sufro un cáncer de pulmón no puedo decir que estaba escrito, porque sigo fumando. Me costó muchas discusiones con mi padre estudiar publicidad; y no tengo un pensamiento demasiado tradicional porque soy capaz de observar, aprender y no imitar lo que me parece que no tiene consecuencias positivas. Por lo tanto, lo que me ocurra, las personas a las que conozca e incluso cómo acaben mis días, dependerán de mis decisiones. De lo que yo decida que quiero decir, hacer, de cómo quiera comportarme con los demás, de cómo desarrolle mi trabajo, me vista o me gaste lo que gano.

De las decisiones que tome a lo largo de mi vida dependerá en lo que me convierta. De mis decisiones dependerá que cuando sea viejita esté orgullosa o arrepentida. De ellas dependerá que pueda estar tranquila o me coman los remordimientos. Porque, como decía en ‘DESAPARECER’ somos lo que dejamos a los demás y lo que le quede a los demás de mí, es responsabilidad mía.

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