En estos últimos treinta años he sido una persona valiente, perseverante, intrépida, emprendedora e independiente. Con todo lo malo y lo bueno que trae todo eso, así he sido. ¡Ay! también un pelín pesada y mandona ¡pero eso no viene a cuento ahora!
Durante estos treinta años, nunca me imaginé dependiendo de mi familia y mis amigos para poder seguir viviendo. Jamás se me pasó por la cabeza que algún día podría sufrir un infarto cerebral o una fractura del cráneo o ataques epilépticos... No me había planteado cómo sería mi nuevo día a día, habiendo perdido ciertas capacidades físicas, determinados sentidos y habilidades mentales. No sabía que algún día, de repente y sin esperarlo, perdería mi independencia y mi valentía.
Según va pasando el tiempo - hace casi dos meses de aquello-, voy mejorando poco a poco. Gracias a todo el apoyo que tengo, las cosas están yendo mejor de lo que cualquier médico podía esperar. Y eso es fantástico.
Sin embargo, el paso del tiempo me está permitiendo tomar conciencia de mi realidad. Ahora sufro las secuelas del accidente, sufro sentirme lastre para algunos y sufro mucho la incomprensión.
Ahora quiero pasear por la playa, quiero oler, entender, recuperar el equilibrio y el oído, volver a andar sola, poder conducir, quiero montar en bici e ir a esquiar, quiero seguir adelante con los proyectos que tenía en marcha, quiero volver a ser independiente.
Pero quiero y no puedo. Aún.
Pincha aquí abajo. Interesante volver a 2008:
http://teoriaypracticadelavidamoderna.blogspot.com/2008_02_01_archive.html